Una de las transformaciones más profundas contenidas en la Reforma Política de 2003 tiene que ver con las listas y candidatos únicos. Según el Acto Legislativo 01 de 2003, “para todos los cargos de elección popular, los partidos y movimientos políticos presentarán listas y candidatos únicos, cuyo número de integrantes no podrá exceder el de curules o cargos a proveer en las respectiva elección.”
Esta medida fue creada con el objeto de fomentar la cohesión partidista. Antes de la Reforma Política de 2003, las fuerzas políticas se habían multiplicado y fragmentado. En consecuencia, los partidos no solían funcionar como instancias de encuentro y unificación. Por el contrario, en repetidas ocasiones terminaron concediendo avales para que distintos candidatos emprendieran campañas de corte personalista.
Sin embargo, como se vio anteriormente, el modelo de lista única es matizado por la figura del voto preferente. Si bien la lista única apunta a la agrupación de facciones, el voto preferente le da margen de maniobra a los candidatos, en tanto les permite competir entre sí por su posicionamiento en la lista, ya que no es el partido en su fuero interno, sino el electorado, el que decide quiénes ocupan los primeros renglones.