Hay un ambiente propicio para generar acercamientos exploratorios con las FARC, decisión que tenia reservada el Presidente Juan Manuel Santos, según él, por mantener mesura y prudencia frente al tema.

Sin embargo, una vez difundida esta noticia, las reacciones no se dejaron esperar. Aunque ha prevalecido el espaldarazo a los diálogos de paz por parte de los diferentes sectores del país y de la comunidad internacional, hay otros que se muestran escépticos y pesimistas.

Desde el Miraísmo, hemos dicho que son bienvenidos estos acercamientos con los grupos alzados en armas, pero para ello es indispensable dejar unas reglas de juego muy claras:

En primer lugar, urge un cese al fuego y a las hostilidades, esto para generarle confianza a todo el pueblo colombiano. No se puede negociar en medio de la guerra, por lo tanto deben acabarse los secuestros, los ataques a poblaciones y demás actos de barbarie que solo están dejando una estela de víctimas inocentes, que pese a una Ley de Victimas, no terminan de ser reparadas.

En segundo lugar, los diálogos entre el Presidente Santos y las FARC deben ser públicos y contar con la participación de integrantes de la sociedad civil. Teniendo en cuenta que el intangible de la paz no es algo que se decreta de un día para otro sino que es un proceso en construcción y como tal, debe estar abierto a los aportes de muchos ciudadanos que quieren ver una Colombia sin guerra, después de casi 50 años de confrontación armada. En dicho proceso los miembros de las Comisiones Conjuntas de Paz del Congreso de la República , deben ser también oídos, siempre y cuando se contribuya al diálogo y no se acuda con pretensiones populistas o protagonistas.

Se le ha pedido igualmente a las partes intervinientes en esta negociación, que se le apueste a la Paz bajo el principio rector de la honestidad, es decir que medie la sinceridad por encima de intereses particulares, donde prime el bienestar de los colombianos y el desarrollo de la región.

Somos optimistas en alcanzar esta deseada paz, por lo tanto, toda intención debe estar rodeada de respeto y valor. La intención del Gobierno no debe ser otra que generar prosperidad y seguridad a los habitantes en todos los rincones de Colombia. La de la Guerrilla de las Farc, mostrar una transformación en su forma de actuar.