Intervención del senador Antonio Navarro en la plenaria sobre justicia trancisional.

Bogotá D.C., septiembre 29 de 2015.- El cumplimiento de una invitación a hablar de Colombia en una universidad internacional me impide participar plenamente en este debate tres veces aplazado sobre Justicia Transicional. Por eso leo esta constancia para resumir brevemente mis puntos de vista.

Primero, debo decir que considero brillante el acuerdo anunciado el miércoles pasado en la Habana.

En Sudáfrica, al final del apartheid, se privilegió la verdad con un esquema que brindaba total perdón jurídico al que confesara totalmente sus faltas en los terribles años de la extrema segregación racial de ese país. Lo anunciado la semana pasada va más allá. Premia la verdad pero además establece penas de creciente severidad dependiendo de que tanto confiesen los responsables de comportamientos gravemente violatorios del Derecho Internacional Humanitario.

Habrá una sanción de 5 a 8 años de restricción efectiva de la libertad en condiciones especiales para la verdad total, la misma sanción pero en condiciones ordinarias por la verdad parcial o tardía y fija en 20 años de prisión a la negativa a la verdad, para delitos que caben en la categoría de Crímenes de Guerra o similares en el Estatuto de Roma.

Ese modelo de privilegio de la verdad con sanciones graduales a su confesión, da prioridad a lo que las víctimas reclaman con más ahínco: LA VERDAD. Al mismo tiempo se ajusta a los requerimientos de la nueva normatividad internacional de justicia, con lo cual la estabilidad de la solución luce garantizada nacional e internacionalmente.

Es una preocupación válida el saber cómo se va a conformar el Tribunal para la aplicación de la Justicia Transicional. Pero debemos darle la oportunidad a que el tema se aclare antes de condenarlo por anticipado. Confío en la posibilidad de lograr que juristas destacados y probos hagan parte de él. No es correcto condenar por anticipado todo lo ligado al actual proceso de conversaciones. No es correcto que ante la posibilidad de paz se actúe con la lógica de la película " el satánico doctor No".

Dicho esto, resalto que en la Habana se anunció además la fecha para la firma de los acuerdos de final del conflicto con las Farc y el comienzo de la dejación de las armas. No puede haber una mejor noticia.

Quienes no se alegran por ello están pasando, tal vez sin darse cuenta, al mundo de lo arcaico, de lo antiguo, de lo que es cada día mas pretérito. El tren de la historia los está dejando inexorablemente en el andén del ayer. Para decirlo coloquialmente, empezaron a ser un periódico de ayer que cada vez más personas prefieren no leer.

Todavía tienen a su favor la inmensa desconfianza que las Farc generan entre los colombianos, pero el curso de los acontecimientos venideros dejará en evidencia la obsolescencia irremediable de esas posturas.

Ahora, cuatro comentarios específicos.

1. El tribunal especial y temporal que administrará la Justicia Transicional es el mejor mecanismo para solucionar los problemas jurídicos no sólo de los miembros de las Farc sino de los servidores públicos y los particulares responsables de violaciones graves al DIH.

La idea de adelantar un perdón, necesario por demás, para los miembros de la Fuerza Pública de manera separada e independiente del proceso de paz, ha demostrado ser equivocada e inestable en los países de América Latina donde se ha aplicado. Las amnistías del Estado a favor de sus servidores que se adoptaron en Argentina y Uruguay, por ejemplo, se anularon posteriormente, haciendo que altos oficiales de esos países terminaran sus días cumpliendo penas de prisión. Aún el general Pinochet pasó ratos amargos en alguno de sus viajes al exterior, teniendo que permanecer a partir de ese momento en su país hasta el día de su muerte. Diríamos que terminó con Chile como prisión en sus últimos años.

La firma de la paz con el M-19 nos enseña algo parecido. El tratamiento dispar a antiguos guerrilleros y a miembros de la Fuerza Pública produjo una asimetría jurídica que he calificado muchas veces de inconveniente, la cual podía haberse evitado con medidas, diferentes para cada uno, pero que incluyeran a todos los actores de ese conflicto armado.

La estabilidad de la solución jurídica para violaciones graves del DIH cometidos por funcionarios públicos en medio de un conflicto armado, está asociada a la excepcionalidad que rodea al fin de ese conflicto, el logro de la paz. Ese es el camino más seguro para soluciones que se sostengan con el paso del tiempo. Lo otro es asumir riesgos innecesarios.

2. ¿Cómo se tendrá certeza de que las Farc y otros actores del conflicto dirán la verdad? Es una preocupación válida. Por eso el diseño de un mecanismo que contraste lo dicho por las Farc y otros procesados con lo investigado por la Fiscalía General de la Nación, los procesos judiciales a los que han sido vinculados y la palabra de las víctimas, es fundamental. Ese diseño está en plena elaboración y será un instrumento esencial para lograr la confianza ciudadana en la solución planteada.

3. El asunto de la "dejación" de las armas en vez de su entrega, es un juego de palabras con el que se pretende confundir a la opinión pública. Ninguna guerrilla que ha negociado la paz le ha entregado sus armas al gobierno. Entregarlas es símbolo de rendición y de eso no se trata en una paz negociada.

Carlos Pizarro, por ejemplo, DEJÓ su pistola sobre una mesa en 1990. No se la entregó a nadie. Posteriormente y de manera verificada, esa pistola y el resto de armas del M-19 fueron llevados con el acompañamiento de tres generales en retiro, un español, un suizo y un venezolano de los tiempos de Carlos Andrés Pérez, para ser fundidos en la Siderúrgica de Occidente en Yumbo y hoy los lingotes de acero están en manos de los antiguos miembros del M-19 para hacer un monumento a la paz.

O el PRT dejó sus fusiles en el fondo del golfo de Morrosquillo, lanzándolos al mar desde un bote con acompañamiento que verificó los hechos.

O el Ejército Republicano Irlandés inutilizó sus armas con la supervisión de una comisión internacional encabezada por un general canadiense.

Los paramilitares colombianos, que eran ALIADOS del Estado, SI le entregaron las armas a su aliado. Las guerrillas han sido oponentes del Estado y al no estarse rindiendo, se desarmarán de otra manera. Pero se desarmarán, sin duda alguna.

Lo inaceptable es que personas de importancia nacional que saben todo esto muy bien, busquen confundir a la opinión pública al respecto, diciendo que las Farc se van a llevar sus armas a la casa para usarlas cuando lo consideren conveniente en el futuro. El DESARME debe y va a ser VERIFICABLE. De eso estoy seguro y buscar confundir a la gente no tiene presentación.

4. Finalmente ponerse a especular acerca de los efectos que el funcionamiento del Tribunal va a tener sobre gobiernos anteriores es echarle sebo al candil de la polarización. Hacen mal los funcionarios que mojan pantalla con tales especulaciones. Expreso con toda claridad que el fin del conflicto debe llevar a la reconciliación nacional, no a una división más profunda que la actual.

Estoy convencido que YA llegamos a punto de no retorno en el proceso con las Farc y eso me hace literalmente bailar en una pata. No votaré por los miembros de las Farc cuando conformen un partido político porque nunca me han convencido, pero ayudaré a que puedan participar en elecciones sin armas y plenamente incorporados a la vida civil.

He sido parte activa de la Generación del conflicto interno. Siento orgullo de haber abierto, con mi firma al lado de la de Carlos Pizarro hace 25 años, el camino del fin de esta larga etapa de uso de las armas en busca de objetivos políticos. Me hace feliz sentir que este ciclo de 67 años se está por fin cerrando y que estoy teniendo la suerte de ser ahora actor de reparto, pero actor finalmente, del fin de esa etapa y del comienzo de una nueva era.