"No hay una política estructurada en el manejo o destino de los bienes incautados a la mafia", senador César Tulio Delgado (Partido Conservador).

Con los millares de muertos que dejan el narcotráfico y la ubicación nada digna de Centroamérica como el territorio más violento, sumado a ello el financiamiento de la guerrilla y el azote de las bacrim en Colombia; queda manifiesta la impotencia e ineficacia en la lucha contra las drogas haciéndose necesario cambiar de estrategia.

En dos oportunidades se ha pronunciado el presidente Santos, en la necesidad de abrir el debate para despenalizar el consumo y tiempo atrás los expresidentes latinoamericanos Cesar Gaviria, Fernando Cardozo de Brasil y Ernesto Zedillo de México en el marco de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia hablaron del fracaso en la lucha antidroga.

Por desempleo y la búsqueda de dinero fácil surgen cada día narcotraficantes como plaga. Sumas multimillonarias quedan en manos de la mafia. Y cuando se incautan dólares, no se sabe a donde va a parar esa plata. A propósito, ¿qué pasó con los U$ 65 millones de las caletas de chupeta?

No hay en el país una política estructurada en el manejo o destino de los bienes incautados a la mafia. Se asignan a dedo y empresas boyantes y desarrolladas en el pasado como Agronilo Grajales en el Valle, generadoras de empleo, hoy están en completo abandono; su mano de obra en la calle propiciando inseguridad o delincuencia y los depositarios de esos bienes, sin saber que hacer con ellos.

La despenalización no es mala idea. La marihuana tendría el más alto gravamen para su producción y sus utilidades irían a subsidiar a campesinos para estimular la producción de productos legales. Recursos irían para vivienda, salud, educación, centros reformatorios, o campañas intensas para prevenir el consumo.

Del mismo cuero, se hacen las correas. De paso le quitamos la estructura financiera a la guerrilla, paras y bandas criminales. Ojo, no es despenalizar sencillamente.

Pero primero, que el Gobierno nacional elabore un anteproyecto, lo socialice con países victimas de este conflicto que se le midan al asunto, debatirlo con la comunidad internacional y después al Congreso por la vía del referendo.

¡Abramos el debate!