MARÍA JIMENA DUZÁN: Los bloqueos se levantaron pero el paro sigue. ¿Por qué lo apoya?
CARLOS AMAYA: Crecí en un municipio donde se siembra la papa y el maíz y he visto durante toda mi vida el
abandono del Estado por los campesinos. Y creo que es el momento para que este sector sea dignificado.
M.J.D.: Según los medios la marcha del jueves terminó opacada por los vándalos que a última hora aparecieron. ¿Quiénes eran?
C.A.: Yo marché ese día, porque las marchas siempre renuevan mi energía. Antes de ser congresista fui líder estudiantil. Lo que sucedió el jueves fue que unos pocos con capuchas se aprovecharon y destrozaron almacenes y bancos. Los medios han dicho que son vándalos organizados, pero creo que son jóvenes que muestran su indignación de manera incorrecta. Estos actos de violencia deben ser rechazados.
M.J.D.: ¿Va a hacer algún debate de control político por cuenta de los atropellos del Esmad de los cuales usted también fue víctima?
C.A.: Sí, a mí también me levantaron a bolillo, sin estar bloqueando vías. Por eso creamos un grupo en Facebook con el objetivo de recopilar los videos donde los mismos campesinos registran los atropellos del Esmad y entrevistamos a quienes los grabaron. ¿Por qué lo hicimos? Porque estaban diciendo que no eran campesinos y que estaban editados. El ministro de Defensa y el general Palomino deben responder a tantos abusos que ha cometido el Esmad.
M.J.D.: ¿Cómo definiría el problema de los campesinos en Boyacá?
C.A.: Hay que decir es que el problema de Boyacá y del agro en el país no es de gobierno sino que viene de hace 20 años. Mi abuelito en 1994 se quebró. Dejó de sembrar maíz porque la apertura económica de Gaviria lo jodió. Y desde entonces, los campesinos vienen aguantando. La situación se agravó con el presidente Uribe, que creyó que el único problema del campo era la guerrilla. Puede que haya mucho campesino que le agradece a Uribe haber sacado la guerrilla de sus zonas pero no solucionó su problema de cómo sembrar ni sacar sus productos. Mucho menos el de ser competitivo. Cuando viene la firma de los TLC y nos invaden productos principalmente de Estados Unidos, el campesino ya estaba sembrando a pérdidas. O dejaban de sembrar o hacían un paro el verraco.
M.J.D.: ¿Por qué se han demorado tanto en llegar a un acuerdo con el gobierno?
C.A.: ¡Es que no se está negociado un bulto de papa!... se está negociando el futuro del agro en Colombia, producto de un abandono de décadas. Lo que piden son cosas muy puntuales: que les reduzcan el precio de los fertilizantes, los más caros del mundo; que haya salvaguardas a algunos productos como la leche, la cebolla y la papa; control al contrabando y solución al tema del alto costo de la gasolina, que encarece los precios. Y le agregaría otro tema: la escasa formación académica en las zonas rurales. En el campo casi nadie estudia y los que salen a estudiar se quedan en las ciudades. No hay tecnificación y los campesinos siguen sembrando a la antigua.
M.J.D.: Pero vuelvo y pregunto: si las peticiones son tan claras, por qué se han demorado tanto en llegar a un acuerdo?
C.A.: Porque les han incumplido muchas veces. La última fue el 7 de mayo pasado cuando se hizo una marcha en Bogotá en la que yo participé. Esa vez se abrió una mesa de diálogo y prometieron 30.000 millones de pesos para los paperos si levantaban el paro. Los campesinos accedieron. ¿Y qué paso? Que a los ocho días, como ya no había bloqueos, el ministro de entonces Juan Camilo Restrepo, no tenía tiempo para los campesinos y envió al viceministro.
Para complicar aún más las cosas les sentaron al de Fedepapa, un gremio en el que los campesinos no se ven representados por que no los defiende. A la otra semana ya no fue el viceministro sino su asesor y a la siguiente, un contratista. Esa mamadera de gallo los sacó de quicio y generó la coyuntura para un gran paro agrario. Sobra decir que los 30.000 millones que prometieron nunca les llegaron.
M.J.D.: ¿Cómo le ha parecido que ha manejado el paro el gobierno Santos?
C.A.: Santos potenció el paro cuando dijo que no era de las dimensiones que se esperaba. Un tío mío, campesino me llamó y me dijo: “¿Qué se cree este presidente, mijo?...!pues orasí yo sí me voy pa’ las carreteras!”. Luego, cuando las cosas iban mejorando y el presidente ya se había reunido con los campesinos, saca la frase de que el tal paro no existe. Cuando los boyacenses oyeron esa frase se indignaron y sin que ningún líder los convocara sacaron sus cacerolas el domingo pasado por la noche. Resultado: cerca de 50.000 personas se reunieron en la Plaza de Bolívar de Tunja.
M.J.D.: ¿Es cierto que el presidente lo llamó a usted para que ayudara a mediar en el paro?
C.A.: Es cierto. Y como era la primera vez que me llamaba un presidente pues yo pensé que era un chiste y colgué. Fui por primera vez a la Casa de Nariño. Cuando entré había un salón con varios ministros y me sentaron al lado del presidente. Me preguntan cuál era mi opinión sobre el paro y la di. Dije que el presidente debía sentarse a negociar con los campesinos porque sus peticiones eran justas, antes de que la situación se complicara en Boyacá.
Al presidente le tengo una consideración porque cuando mi pueblo Paz del Río se inundó, él fue. Sin embargo tiene cuatro cosas que no me gustan: es neoliberal, proimperialista, oligarca y sucesor de Uribe. Pero creo que es un buen hombre y que tiene buenas intenciones solo que no ha sabido materializarlas. También creo que tiene pésimos asesores para el diálogo social, comenzando por Lucho.
M.J.D.: Que es de su partido. ¿Por qué cuestiona su labor?
C.A.: Mire, yo lo aprecio pero ha cometido muchos errores. Salió a decir que Colombia no era Siria y que este era un paro de infiltrados de las Farc.
M.J.D.: ¿Y usted cree que no hay infiltración de las Farc en este paro?
C.A.: Lo que Lucho tiene que entender es que en este paro hay intereses políticos: de la Marcha, del Polo. Pero el sentimiento que se ha visto en las calles, no es de Marcha Patriótica, no es del Polo y mucho menos de la guerrilla. Es el sentimiento de la gente que está jodida en el campo. Del ministro de Agricultura ni para qué hablar. El que sí ha servido para avanzar es Aurelio Iragorri.
M.J.D.: ¿Qué opina de que el expresidente Álvaro Uribe se hubiera solidarizado con la protesta?
C.A.: Como lo dije en el Congreso, Uribe es un descarado. El uribismo se ufana de que en su gobierno no había tantas protestas. Y es cierto: no las había porque la gente le tenía miedo a Uribe. Se lo digo porque yo en esa época era líder estudiantil y nos daba miedo salir a protestar por temor a que nos mataran.
Ahora el clima ha cambiado y aunque ciertamente hay todavía atropellos del Esmad, estos no se comparan con los que hubo en la época de Uribe. Se puede salir a protestar sin tanto temor. ¡No puede ser que el señor que fue y entregó al país en la negociación del TLC, ahora sea el que esté apoyando el paro!... se nos olvida que la forma en que Uribe ayudó al agro fue a través de Agro Ingreso Seguro.
M.J.D.: ¿Por qué dice con tanta certeza que en la época de Uribe la gente tenía miedo de salir a protestar?
C.A.: Por la experiencia de vida que tuve. Hicimos una marcha de Tunja a Bogotá, de seis días y sacamos 8.000 estudiantes contra Uribe. Fue en 2008 y yo tenía 23 años. Marchamos porque la universidad pública estaba en quiebra debido a que desde 1992, la Ley 30 congeló sus recursos. En ese entonces creamos un grupo de líderes estudiantiles en todo el país. ¿Y sabe qué nos pasó? Que a cuatro los mataron, dos están exiliados y uno es congresista: yo.
M.J.D.: ¿Qué papel ha desempeñado monseñor Castro en este paro?...Él también lo ha apoyado.
C.A.: Aunque soy cristiano no católico, creo que su papel en este paro ha sido fundamental como garante. Él está expresando lo que el pueblo siente.
M.J.D.: ¿Por qué siempre lleva la ruana puesta?
C.A.: Esta ruana me la regaló mi abuelita cuando me fui a estudiar a la universidad. Ella misma motiló las ovejas y la tejió. En su sabiduría me dijo que esta ruana aparte de abrigarme del frío me iba a abrigar mis sueños, mis esperanzas y mis ilusiones.
M.J.D.: ¿Y sí le ha servido para mantener sus sueños?
C.A.: Indudablemente. La ruana me recuerda de dónde vengo. Mi abuelita es una campesina que aprendió a leer a los 60 años. Estudié en una escuela pública en Socha y me acostumbré a leer en medio de los tiros del Ejército y la guerrilla. Mi abuelita nunca fue al colegio, mi mamá fue empleada de servicio y mi papá trabajó en Acerías Paz del Río.
La primera generación que logró ir al colegio fue la mía. Pasé hambre en mi infancia: en la mesa era un milagro que hubiera carne. Estudié en Sogamoso en la UPTC porque de Paz del Río a Sogamoso el tren era gratis. Todos los días me tocaba recorrer diez kilómetros caminando y no tenía sino un pantalón y dos camisetas para vestirme.
M.J.D.: Usted llegó al Congreso por la lista verde de Jorge Londoño. ¿Cómo le ha ido?
C.A.: Si un joven me preguntara si a los 25 años es bueno ser congresista le diría que es bueno soñar un poco más y no llegar a una realidad tan dura como el Congreso.